miércoles, 5 de junio de 2019

Sagrado Corazón de Jesús

El Sagrado Corazón de Jesús


   Cuando escuchamos o leemos la palabra “corazón” podemos remitirnos al órgano vital del cuerpo humano cuya función es bombear la sangre a cada parte del organismo, distribuyendo oxígeno y nutrientes. Así mismo, el corazón es un símbolo de nuestras emociones, sentimientos y moral. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice “… el corazón en su sentido bíblico es lo más profundo del ser…” (CIC 368)
   Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: “El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Ga. 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación, es considerado como el principal indicador y símbolo del amor con que el Divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres. (CIC 478).
   Jesús mismo en la Sagrada Escritura nos muestra Su Corazón, es el centro y su hilo conductor. Cuando leemos y escuchamos la Palabra de Dios lo descubrimos.
   Algunos atributos que encontramos en la Biblia son: Dios crea el universo, sus criaturas y al hombre por amor (Sal. 136); Dios es Amor (1 Jn. 4, 16); Dios nos amó hasta el extremo, dio a su único Hijo por ti y por mí (Jn. 3, 16); Su corazón es manso y humilde, en su corazón hay descanso (Mt. 11, 28-29); Jesús se entrega como víctima por amor (Ef. 5, 2); nos amó hasta el extremo (Jn. 13, 1) y de este corazón nace la Iglesia, del mismo modo que Eva fue formada del costado de Adán adormecido, así la Iglesia nació del corazón traspasado de Cristo muerto en la Cruz (CIC 766).
   En 1673, Jesús eligió a una joven de 26 años llamada Margarita, monja del monasterio de Paray-le-Monial en Francia, para revelar los deseos de su Corazón.

   Primera revelación: El 27 de diciembre, fiesta de San Juan Apóstol (quien se recostó en el pecho de Jesús en la última cena), le sucedió lo siguiente: "Estando yo delante del Santísimo Sacramento me encontré toda penetrada por Su divina presencia. El Señor me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado. Él me dijo: "Mi Divino Corazón, está tan apasionado de Amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo contener en el las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía.”
   Segunda revelación: Sucedió unos meses después y Margarita relata: "El Divino Corazón se me presentó en un trono de llamas, más brillante que el sol, y transparente como el cristal, con la llaga adorable, rodeado de una corona de espinas y significando las punzadas producidas por nuestros pecados, y una cruz en la parte superior......la cual significaba que, desde los primeros instantes de su Encarnación, es decir, desde que se formó el Sagrado Corazón, quedó plantado en el la cruz, quedando lleno, desde el primer momento, de todas las amarguras que debían producirle las humillaciones, la pobreza, el dolor, y el menosprecio que su Sagrada Humanidad iba a sufrir durante todo el curso de su vida y en Su Santa Pasión.” En esta segunda revelación, Jesús le pide que esta imagen esté en las casas o se lleve en el pecho como medalla, ofreciendo así promesas de gracias y bendiciones a quienes la veneren.
   Tercera revelación: Sucedió el primer viernes de junio de 1674: “se hallaba expuesto el Santísimo Sacramento, después de sentirme retirada en mi interior por un recogimiento extraordinario de todos mis sentidos y potencias, Jesucristo mi Amado se presentó delante de mi todo resplandeciente de Gloria, con sus cinco llagas brillantes, como cinco soles y despidiendo de Su Sagrada Humanidad rayos de luz de todas partes pero sobre todo de su adorable pecho, que parecía un horno encendido; y, habiéndose abierto, me descubrió su amante y amable Corazón.” Jesús le pide: "Primeramente me recibirás en el Santísimo Sacramento tanto como la obediencia tenga a bien permitírtelo; algunas mortificaciones y humillaciones por ello habrán de producirse y que recibirás como gajes de mi amor. Comulgarás, además, todos los primeros viernes de mes, y en la noche del jueves al viernes, te haré participe de la mortal tristeza que quise sentir en el huerto de los Olivos, cuya tristeza te reducirá, sin que logres comprenderlo, a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte. Para acompañarme en la humilde plegaria que elevé entonces a mi Padre, en medio de todas tus angustias, te levantarás entre las once y las doce de la noche para postrarte conmigo durante una hora, con la cara en el suelo, tanto para apaciguar la cólera divina, pidiendo por los pecadores, como para endulzar de algún modo la amargura que sentía por el abandono de mis apóstoles, lo cual me llevó a reprocharles que no habían podido velar una hora conmigo. Durante esa hora harás lo que te diga. Pero, oye hija mía, no creas a la ligera todo espíritu, ni te fíes, porque Satanás está rabiando por engañarte. Por eso, no hagas nada sin permiso de los que te guían, a fin de que, contando con la autoridad de la obediencia, él no pueda engañarte, ya que no tiene poder alguno sobre los obedientes.”
   Cuarta revelación: Sucedió en la octava del Corpus Christi, Jesús le dice: “Este es el corazón que tanto ha amado a los hombres, que no escatimó nada, hasta agotarse y consumirse para testimoniarle su amor. Y como agradecimiento no recibo, de la mayoría, sino ingratitudes por sus irreverencias y sus sacrilegios y por las  frialdades que tienen por mí en este sacramento de amor (…). Te pido que el primer viernes después de la octava del Santísimo Sacramento sea dedicada a una fiesta particular para honrar Mi Corazón, comulgando ese día haciendo reparación de honor por medio de una ofrenda honorable, para reparar las indignidades que recibió durante el tiempo que ha sido expuesto en los altares. Te prometo, igualmente, que Mi Corazón se dilatará para derramar abundantemente las influencias de su Divino Corazón sobre aquellos que le rindan este honor y que procuren que le sea rendido”.

   Jesús hizo 12 promesas a Santa Margarita de Alacoque:
  1.    Les daré las gracias necesarias para su estado.
  2.    Daré la paz a las familias.
  3.    Las consolaré en todas sus aflicciones.
  4.    Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte.
  5.    Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas.
  6.    Los pecadores hallarán en Mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia.
  7.    Las almas tibias se harán fervorosas.
  8.    Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección.
  9.    Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada.
  10.   Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos.
  11.  Las personas que propaguen esta devoción, tendrán escrito su nombre en Mi Corazón y jamás será borrado de él.
  12.  A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final; no morirán, en desgracia ni sin recibir los sacramentos; Mi divino Corazón será su refugio seguro en este último momento.
   Para recibir estas promesas es necesario:
-Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción.
-Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.
-Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.
-Oración: "Oh Dios, que en el corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad; te pedimos que, al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos una cumplida reparación. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío."

   Devoción: El centro de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús es responder a Su Amor con amor. La palabra “devoción” viene del latín devovere que significa:“dedicarse”, es decir, consagrarse así mismo a una persona amada. Ante el amor de Dios, el hombre debe dar una respuesta, una respuesta de fe y de conversión. Jesús mismo nos dice: "Como el Padre me amó, yo también los he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros.»” (Jn. 15, 9-17)

   La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es la consagración de todo nuestro ser, pensamiento, sentimiento o acción a Él. Esta es la oración de consagración que hizo Santa Margarita María de Alacoque: Corazón Sagrado de mi amado Jesús; yo, aunque vilísima criatura, te doy y consagro mi persona, vida, acciones, penas y padecimientos, deseando que ninguna parte de mi ser me sirva más que para amarte, honrarte y glorificarte. Esta es mi voluntad irrevocable; ser todo tuyo y hacerlo todo por tu amor, renunciando de todo corazón a cuanto pueda desagradarte. Te tomo, pues, ¡Oh Corazón Sagrado!, por el único objeto de mi amor, protector de mi vida, prenda de mi salvación, remedio de mi inconstancia, reparador de todos los defectos de mi vida, y asilo seguro en la hora de mi muerte; sé, pues, ¡Oh Corazón bondadoso!, mi justificación para con Dios Padre, y alejad de mi los rayos de su justa cólera. ¡Oh Corazón amoroso! Pongo toda mi confianza en Ti, pues aunque lo temo todo de mi debilidad, sin embargo, todo lo espero de tu Misericordia; consume en mí todo lo que te desagrada y resiste, y haz que tu puro amor se imprima tan íntimamente en mi corazón que jamás pueda olvidarte ni ser separado de Ti. Te suplico, por tu misma bondad, escribas mi nombre en Ti mismo, pues quiero hacer consistir toda mi dicha en vivir y morir con tu esclavo. Amén.

   Hagamos vida esta hermosa devoción, amando a Dios sobre todas las cosas y amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

   Te comparto este link con un breve vídeo de minuto y medio para presentar aspectos generales de esta devoción: https://youtu.be/mY_IIiYL84o
   
   También, esta infografía para trabajar con los niños:


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